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el ladron de rosas

Partir

La fresca mañana exigía de abrigo para recorrer el corto paseo hacia la estación, sin prisa por la previsión del tiempo necesario, despertaba el día para la pareja que iniciaba su expedición.
El edificio donde los viajeros esperaban partir hacia su destino, estaba repleto a rebosar por personajes inquietos que en la antesala recogían billetes, acumulaban fardos y despedían compromisos, estudiar el comportamiento de los peregrinos le hacia saber que el día se presentaba especial, eso colmaba de alegría su espíritu. No tardo en sonar la extraña voz que avisaba de la proximidad de la partida, extraño lenguaje codificado que solo las gentes instruidas en viajes comprendían sin problemas, la falta de costumbre le hizo consultar.

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